La presencia Ni siquiera sabía cómo había llegado ahí, en qué momento o por qué, pero la sensación de miedo me calaba los huesos. Sentí el esfuerzo de mis pulmones mientras corría junto a mi mamá y mi hermano. Las calles de mi barrio estaban oscuras, solitarias y colmadas de silencio, por lo que nuestra respiración agitada era lo único que se escuchaba. Nos movimos sin detenernos por el laberinto de edificios, buscando alejarnos de la presencia desconocida que nos seguía con determinación. No comprendía de qué se trataba, pero me representaba un temor que nunca en mi corta vida había experimentado. Y lo único que tenía claro, es que debíamos huir lo más rápido posible. Así que corrimos. En un momento, mi mamá dio un traspié y se cayó al suelo, provocando que mi hermano y yo nos detuvieramos en seco. Pero entonces una corriente pavorosa nos atravesó, y mi mamá, desconsolada, nos o...
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