Cuento sobre sueño: "La presencia"
La presencia
Ni siquiera sabía cómo había llegado ahí, en qué momento o por qué, pero la sensación de miedo me calaba los huesos.
Sentí el esfuerzo de mis pulmones mientras corría junto a mi mamá y mi hermano. Las calles de mi barrio estaban oscuras, solitarias y colmadas de silencio, por lo que nuestra respiración agitada era lo único que se escuchaba. Nos movimos sin detenernos por el laberinto de edificios, buscando alejarnos de la presencia desconocida que nos seguía con determinación. No comprendía de qué se trataba, pero me representaba un temor que nunca en mi corta vida había experimentado. Y lo único que tenía claro, es que debíamos huir lo más rápido posible. Así que corrimos.
En un momento, mi mamá dio un traspié y se cayó al suelo, provocando que mi hermano y yo nos detuvieramos en seco. Pero entonces una corriente pavorosa nos atravesó, y mi mamá, desconsolada, nos ordenó:
—¡Sigan! ¡Sigan!
Seguramente pensaba que, quedándose atrás, la extraña presencia renunciaría a su persecución implacable para concentrarse en ella… Pero no fue así. El sacrificio maternal no pareció serle lo suficientemente significativo para detenerse: tenía un objetivo.
De vez en cuando miraba sobre mi hombro para intentar contemplarla, pero lo único que podía divisar era cómo el mundo detrás de mí iba desapareciendo poco a poco. De vista perdí a mi mamá echada en el suelo, y en un santiamén mi hermano se extravió. Lo más frustrante era que ni siquiera alcanzaba a ver una sombra o algún tipo de rastro perteneciente a aquella presencia tenebrosa.
Sola, aumenté la velocidad y en cuanto vi una camioneta, quise esconderme tras ella para despistar. Fue entonces cuando la presencia se hizo avasallante, y corriendo en círculos alrededor del vehículo, trate de que no me atrapara, pero sabía que iba a perder. Mi cuerpo ya era rehén de su sobresalto, no iba a serle difícil penetrar mi existencia entera.
Sollocé con los ojos cerrados mientras luchaba internamente contra el mismo destino que habían percibido mi mamá y mi hermano. Y cuando me decidí a enfrentar a aquella presencia que me provocaba tanto pánico, me encontré con el más profundo vacío.
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