Nota de lectura: Mariana Enriquez

El chico sucio

     Este cuento de Mariana Enriquez contiene una realidad asequible sobre uno de los lugares más peligrosos de la Ciudad de Buenos Aires, que tiempo atrás había sido ocupado por la aristocracia. Desde una narradora en primera persona, que se halla en el presente, aparentemente joven y con una buena posición económica, relata su particular cotidianidad en Constitución, el barrio en el que vive en una casa antigua heredada de sus abuelos. A partir de una descripción minuciosa, el uso estratégico del diálogo y algunos pocos personajes, emprende el cuento explicando, con una verbalidad informal, su cercanía con el barrio, como a pesar de su devenimiento ella elige ese lugar para habitar, las diversas rutinas que tiene internalizadas para no sufrir peligro (al igual que el resto de los vecinos) y las secuencias que se hicieron costumbre, como las peleas callejeras o la devoción a santos populares. Incluso sucede un episodio criminal muy extraño y siniestro, que va a poner en alerta a la protagonista, quien había vivido una situación especial con uno de los chicos indigentes de la cuadra, y la va a hacer considerar las concepciones que tenía sobre su cotidianidad, su altruismo y la particularidad de su barrio.
     Creo que la historia superficial del cuento puede ser la historia del barrio, quizá hasta la propia historia de la narradora con el barrio. Cómo ha caído estrepitosamente su percepción en el tiempo, la marginalidad asumida y los diferentes elementos, como la prostitución y las adicciones. En cuanto a la historia profunda se encuentra entonces la miseria tomada como hecho incuestionable o irreparable, que lleva a la narradora a hacer introspección sobre su propio comportamiento. El abandono total, que lleva a los propios vecinos a adoptar reacciones nulas. La sordidez de la miseria.

La hostería

     Este cuento relata la historia de Florencia, una chica joven de La Rioja, hija de un candidato a concejal por la capital, que se dirige junto a su familia a Sanagasta para establecerse durante las elecciones. Tiene una relación particular con su hermana Lali, quien a pesar de ser muy diferente a ella y con la cual no se lleva de la mejor forma, se ve en la necesidad de proteger y defender en su escuela, incluso si es la mayor de las dos. También se presenta a Rocío, la mejor amiga de Florencia que vive en Sanagasta. Ella le cuenta a la protagonista que su padre, quien trabaja en la Hostería y hace recorridos turísticos, ha sido echado recientemente por su jefa, quien se comenta que tiene una relación clandestina con el padre de Rocío. Por eso mismo, las dos nenas van a emprender una misión de venganza en la Hostería, donde aparentemente funcionó un centro clandestino de detención en épocas de la dictadura, y van a terminar atravesando una serie de inconvenientes.
     El escrito, al igual que el anterior de la autora, utiliza los recursos de la descripción para guiar la historia, de una forma coloquial y ahora desde una perspectiva más infantil. Los diálogos también son empleados, incluso con más recurrencia. Una diferencia fuerte es la elección de narrar la historia en primera persona.
     Creo que dentro de la historia superficial se podría localizar esta aventura juvenil de tomar represalias contra la jefa del papá de Rocío por echarlo, la relación intensa de las chicas. Por otro lado, en la profundidad del cuento se puede encontrar una serie de cuestiones que parecen reprimidas: la orientación sexual de la nena, como no siente el respaldo de su hermana a pesar de que ella constantemente la resguarda, la situación temerosa que vivieron en la hostería y un aparente guiño a la escuela de policía que residió allí tiempo atrás.

El aljibe

     En este cuento Mariana nos presenta la historia de Josefina desde la tercera persona. Siguiendo con los lineamientos anteriores, Mariana narra en retrospectiva un suceso que va a marcar la vida de la protagonista para siempre: un viaje que realiza a Corrientes, donde es oriunda su familia materna.
     A la edad de seis años, Josefina, que parece tener un entorno muy supersticioso, es distinta a las demás mujeres de su familia, incluso distinta a su hermana. No vive en una alerta constante, no es guiada por el miedo; en eso, se parece más a su papá. Pero después de una visita que hace junto a su madre, su abuela, su hermana y su tía, a la casa de una bruja del pueblo, quien posee un peculiar aljibe en el jardín de su casa que llama la atención de Josefina al instante, ese hecho se invierte. Mientras que las mujeres parecieron superar ese terror galopante, que las ha acompañado toda su vida como algo inherente en su genética, Josefina ha adquirido un nivel de persecución enorme. Provocando que incluso deba dejar la escuela, porque ni siquiera se encuentra capaz de poner un pie afuera de su casa.
     Su familia es consciente de aquello, por lo que Josefina comprende una rutina alrededor de profesionales de la salud mental desde que es muy chica, pero no se hace mención a aquella bruja que aparentemente ha cambiado la vida de su familia tiempo atrás. Hasta que un día Mariela, hermana de Josefina, decide intervenir para ayudarla y le sugiere visitar a la bruja. A pesar de la negativa de su madre, las chicas se dirigen a la casa de Corrientes de la bruja, ya vieja y debilitada, al igual que su aljibe. Y se enteran de lo que ha sucedido tiempo atrás: todos los males que persiguen a su familia, males ancestrales, fueron transferidos a Josefina. Y no hay nada más que hacer, ya que su destino ha sido sellado al arrojar una fotografía de ese día al aljibe.
     En lo personal, este fue el cuento que más me gustó. En él se incluyen elementos de la superstición, cuasi-fantásticos, al igual pero en mayor medida que los cuentos anteriores, que me parecen muy interesantes. Logra sumergirse muy bien en la mente de la protagonista.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Reseña a Mariana Enriquez - "Las cosas que perdimos en el fuego"

Cuento sobre sueño: "La presencia"