Cuento policial sobre sueño: "El pasadizo"
El pasadizo
En una tranquila tarde de primavera, los detectives Fabián Peterson y Ricardo Chaves, apodado "el enano" por su estatura pero no por su ingenio, recibieron un nuevo caso en la comisaría. Mercedes, una mujer desesperada, había acudido en busca de ayuda: su esposo había desaparecido hace días en circunstancias misteriosas..
Con determinación en sus ojos, Peterson y Chaves se dirigieron a la residencia de Mercedes. La mujer los recibió con ojos hinchados por el llanto y les contó cómo una noche después de llegar a casa del trabajo, su esposo no se encontraba y nunca había aparecido. No había dejado ni una pista, ni una nota, solo un misterioso aura de incertidumbre.
La casa estaba bañada por la luz dorada del atardecer cuando los detectives entraron. La angustia se palpaba en el ambiente mientras recorrían las habitaciones en busca de cualquier indicio que pudiera arrojar luz sobre la desaparición. El perro negro del matrimonio lloraba en un rincón mientras ellos trabajaban.
No había nada sospechoso. Como había comunicado Mercedes, todas las pertenencias del esposo seguían allí, al igual que su documentación. Y después de una serie de preguntas, los detectives verificaron que su matrimonio no estaba atravesando ninguna crisis. La desaparición de Andrés, el esposo de Mercedes, debía esconder un móvil más oscuro.
Pero entonces Peterson notó algo inusual: en la esquina de la sala frente a la mascota que sollozaba había un viejo ropero. No sabía bien por qué, pero aquel mueble le presentaba mucha inquietud. Debía ser su instinto nato. Al preguntarle a Mercedes, dijo que ese ropero había quedado en la casa de sus anteriores dueños, o eso le había dicho el agente inmobiliario. Hace más de una década que la casa estaba inhabitada, así que no le sorprendía que nadie lo reclamara, al igual que otras pertenencias que habían dejado.
Con curiosidad, Peterson se acercó al ropero y lo abrió, y encontró algo alarmante. Detrás de los abrigos, había una ranura en la madera, que solo ojos experimentados pueden reconocer. Al forzarla, descubrieron lo que lucía como un pasadizo oculto, que se extendía en la oscuridad como un túnel sin fin. Chaves intercambió una mirada con Peterson y sin decir una palabra, ambos se adentraron en el pasadizo, decididos a descubrir la verdad.
A medida que avanzaban, la oscuridad se hacía más densa y opresiva, solo interrumpida por la tenue luz de sus linternas. En las paredes del pasadizo, tallados en piedra, encontraron símbolos extraños que parecían tener un significado secreto, como si el pasadizo guardara secretos ancestrales.
De repente, un suave gruñido rompió el silencio. Los detectives se detuvieron y vieron hacia atrás: Moro, la mascota de la casa, los observaba desde la oscuridad. Aparentemente los había seguido cuando entraron en el ropero. Pero lo sorprendente es que el animal parecía ansioso, como si estuviera tratando de guiarlos hacia algún lugar específico.
Siguiendo al perro, Peterson y Chaves continuaron avanzando por el pasadizo hasta que finalmente llegaron a una habitación. En el centro de la habitación se alzaba un antiguo reloj de pie, cuyas manecillas marcaban una hora específica.
De repente el perro empezó a ladrar fuertemente, obligando a los detectives a averigüar a qué se debía el alborotó. Fue entonces cuando encontraron el cuerpo del esposo de Mercedes a unos metros. Yacía en el suelo, sin vida. Alrededor había un especie de rito satánico, compuesto por velas y símbolos extraños hechos con lo que parecía ser sangre; Andrés tenía heridas punzantes en su pecho, así que sospecharon que era la suya.
La escena era macabra y desoladora. Los detectives intercambiaron miradas sombrías, sabiendo que habían llegado demasiado tarde para salvar al pobre hombre. Sin embargo, su deber era encontrar al responsable y llevarlo ante la justicia. Así que recogieron muestras de ADN y tomaron fotografías.
Justo cuando estaban a punto de examinar el reloj que antes les había llamado la atención, un estruendo resonó en la habitación. Giraron rápidamente hacia la fuente del ruido y vieron un espejo roto en el suelo. Algo había perturbado el lugar, y los detectives estaban en alerta máxima.
—¡Cuidado! —exclamó Chaves, sacando su arma mientras se acercaban al espejo roto con precaución.
Fue entonces cuando un hombre emergió de entre las sombras, sosteniendo un cuchillo herrumbrado en su mano. Un forcejeo frenético se desató mientras los detectives luchaban por someter al intruso. Finalmente, lograron inmovilizarlo y desarmarlo. El hombre, con el rostro bañado en sudor y los ojos llenos de terror, confesó que había estado involucrado en la desaparición y posterior muerte del esposo de Mercedes.
Resultó que Andrés había descubierto el pasadizo oculto y había comenzado a explorarlo por su cuenta sin decirle a su esposa. El intruso, un cómplice de oscuros propósitos, lo había emboscado en la habitación central y lo había asesinado con aquel cuchillo herrumbrado. Aparentemente, el culto había sido comenzado por la pareja anterior que vivió en esa casa, pero cuando los devotos se rebelaron y las cosas se salieron de control, el matrimonio estuvo obligado a mudarse. O eso es lo primero que concluyeron, dado que no hay registros de los anteriores dueños.
De vuelta en la superficie, Mercedes recibió la noticia con desconsuelo. Estaba asombrada por las actividades que se desempeñaban en su casa, jamás se lo había imaginado. Pero también sentía mucha gratitud; aunque la verdad era dolorosa, finalmente podía comenzar a cerrar ese capítulo oscuro. Así que se abrazó a Moro mientras sollozaba. Los detectives le dieron una palmada en la cabeza a la mascota y una mirada de agradecimiento. El perro negro lucía orgulloso pero también compungido por la tristeza de su dueña.
Con el caso resuelto y el culpable bajo custodia, su trabajo había terminado por ese día. Mientras conducían de regreso a la comisaría, Peterson y Chaves reflexionaron sobre el caso. A pesar de los giros inesperados y los peligros que habían enfrentado, se sentían satisfechos de haber traído justicia para Mercedes y su esposo y haberle puesto fin al reinado del terror del asesino que se desataba a escondidas en su casa.
Y mientras las luces de la ciudad brillaban en la distancia, sabían que siempre estarían listos para enfrentar el próximo desafío que se cruzara en su camino… Quién sabe, tal vez sería investigar el paradero del matrimonio inicial.
Sueño utilizado, de mi amiga Mercedes:
“Sueño que descubro un pasadizo oculto detrás de un viejo ropero en mi casa. Con curiosidad, comienzo a explorar el pasadizo, que parece extenderse en la oscuridad, como el de Narnia pero desconocido. A medida que avanzo veo símbolos raros tallados en las paredes y escucho susurros a lo lejos que parecen llamarme. A pesar de sentir una sensación de intriga, algo en mi interior me dice que no debo adentrarme demasiado.”
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